Un gesto inicia y termina guerras. Pensaba en eso mientras terminaba mi café en un bar del centro. Un gesto inicia y termina guerras. Pensé en eso a la noche cuando me acostaba. Un gesto. Esa noche no pude dormir. Daba vueltas en la cama, me levantaba, volvía a acostarme, revisaba el celular. Me desperté con la palabra "gesto" entre los labios. La idea había crecido dentro de mí. Ya no podía ignorarla, había echado raíces en mi sistema inmunológico. Se me ocurrió desayunar con ella para que me cuente cuál es mi gesto, cuál podría terminar una guerra, sobretodo qué guerra tengo en mi poder. Creo que la idea pensaba que ya había crecido suficiente, que ahora necesitaba crecer yo, porque se negaba a contestar mis preguntas. "Los gestos pueden terminan guerras", únicas palabras que me repetía mientras se comía mis tostadas. Naturalmente, llamé enfermo al trabajo. Tocí un poco y prometí recuperar horas. Ahora era más importante resolver este conflicto. Acababa de desa
De todos los soles, de todos los versos ¡Maldición! De todos los besos... Santos por dentro, sin embargo, sin embargo... De todos los soles que giran alrededor de todas las tierras. De todos los versos que hacen de vos un poema. Y de todos, todos tus besos que son hermosos y malditos por fuera. De todas las veces que dije "te quiero". De todas las veces que se besaron nuestras pieles. De todas las veces que me acariciaste el pelo. De todas las veces que me bajaste a tierra. De todas las veces que nos hicimos nuestros. De todas esas veces. Esta es la primera. *foto: Untitled. Francesca Woodman, 1980.